Antiyal
En el año 1996, el enólogo Alvaro Espinoza junto con su esposa y familia, plantan una pequeña propiedad de una hectárea en Maipo alto, concretando un sueño que yacía en la familia durante décadas: elaborar un vino personal, hecho a mano, solamente guiado por el instinto, la nariz y la convicción de poder expresar de forma honesta los nobles suelos de Maipo.
Filosofía
Biodinámica
Elegimos este enfoque ya que permite una expresión más autentica de la individualidad del campo. Esto se posibilita a través de la minimización del insumo externo. Queremos crear un ambiente sano para las plantas, llevar el suelo a su estado natural y expresar en los vinos sus condiciones únicas.
Vemos la tierra como un ente vivo; para que su fertilidad se mantenga hay que mantenerla viva. Para esto estimulamos la microbiología a través de los preparados biodinámicos, que consisten en diversas flores medicinales fermentadas en recipientes específicos, así como también existen preparados de estiércol de vaca. Estas fermentaciones generan un crecimiento exponencial de la microbiología tanto en cantidad como en diversificación de las especies. Luego estos productos se aplican en el suelo y en las plantas en momentos específicos del año agrícola, incrementando niveles de microbiología y materia orgánica, a la vez facilitando la relación entre los nutrientes y las raíces.
En biodinámica concebimos a la viña como un organismo individual, respetamos los ritmos naturales de la naturaleza, buscamos un crecimiento y diversificación de la biología y organizamos nuestras distintas labores agrícolas procurando seguir un calendario que toma en cuenta los movimientos del cosmos en su relación con los procesos biológicos del suelo. Todo esto va de la mano con nuestro entendimiento de la materia como una manifestación de energías sutiles e invisibles. Buscamos dotar a nuestros vinos de estas energías; son vinos vivos, que se transforman cada vez que te acercas a la copa.
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